Ofrecemos a nuestros lectores el texto de la carta de nuestro Párroco que sirvió de reflexión para el Consejo Parroquial de Pastoral, celebrado en la noche del 14 de junio.
AL FINAL DE UN CURSO Y PREPARANDO EL PRÓXIMO
Estimados hermanos que conformamos la Comunidad Parroquial de Ntra. Sra. del Consuelo de Altea. Hemos acabado el curso pastoral 2017-2018, que ha estado lleno de sueños y de esperanzas en nuestro caminar como Parroquia.
Vivimos con gozo la FE porque somos invitados a hacer crecer nuestra Parroquia como Comunidad evangelizada y evangelizadora en el corazón de Altea.
Tenemos la convicción de que nos urge evangelizar a quienes se sienten parte activa de nuestra Comunidad, pero también a aquellos que, bautizados de pequeños, no han llegado a encontrarse con Jesucristo de un modo personal.
Estamos llamados a transmitir, con renovado ardor, con imaginación ilusionante y con fuerza espiritual, una fe viva y misionera que venza hoy todo tipo de perezas y hábitos destructivos, pues la sociedad y la misma Iglesia nos exigen renovarnos para que las nuevas generaciones puedan encontrar al Señor Jesús.
Hemos, por ello, de aumentar nuestro conocimiento de la Palabra de Dios, profundizar la formación, conocer la realidad social, religiosa y humana de Altea, acercarnos a los carentes de medios económicos, de afecto, de cultura y por encima de todo alejados por las razones que sean, de la fe en Jesucristo.
Nuestra Parroquia de Ntra. Sra. del Consuelo debe dar más importancia al Kerigma, es decir, al anuncio explícito y claro del Evangelio, que no es otro, que presentar sin ambages ni tapujos a Jesucristo.
De cara al nuevo curso 2018-2019 deberíamos ser más exigentes en presentar a Jesucristo, centro de nuestra vida personal y parroquial, reconociendo que la Iglesia, y por ello la Parroquia, no son el centro de nuestra preocupación, sino anunciar a Jesucristo.
Debemos incidir en potenciar el empeño por ver cómo y de qué manera, podríamos llegar, en palabras del papa Francisco, a las “periferias” de la feligresía: hombres y mujeres sin fe, alejados o decepcionados con la Iglesia, enfermos, personas solas, jóvenes sin horizonte y familias rotas o desestructuradas.
Se nos pide un mayor esfuerzo para manifestar una mayor ternura pastoral por parte de los sacerdotes, catequistas y miembros todos de la Parroquia, especialmente con aquellos que se acercan por primera vez a la Parroquia o solicitan algún sacramento sin profunda conciencia cristiana de lo que piden.
Hemos de recordar que el corazón de todo hombre alberga en su interior el deseo de una vida plena, de la que forma parte un anhelo indeleble de fraternidad, que nos invita a la comunión con los otros, en los que encontramos no enemigos, sino hermanos a los que acoger.
La fraternidad es una dimensión esencial del hombre que se empieza a aprender en el seno de la propia familia. La familia es la fuente de toda fraternidad, que por vocación debería contagiar al mundo con su amor. ¿No es acaso la Parroquia “familia de familias? En el nuevo curso debiéramos trabajar más con las familias.
La tarea evangelizadora y educativa de nuestra Parroquia ha de ser una constante llamada para que quienes conformamos la Comunidad: niños, jóvenes y adultos, encontremos en Cristo la mirada de fe por la que el otro es aceptado y amado como hijo de Dios, como hermano o hermana, y no como un extraño.
Estimados hermanos y amigos: asistimos con preocupación al crecimiento de muchos descontentos, de marginación, de soledad y a variadas formas de dependencias deshumanizadoras.
Esto es una auténtica pobreza que, sólo puede ser superada redescubriendo y valorando las relaciones fraternas en el seno de las familias y de la propia Comunidad Parroquial, compartiendo las alegrías y los sufrimientos, las dificultades y los logros de todos los feligreses.
Los cristianos de Ntra. Sra. del Consuelo creemos que es en la Iglesia-Parroquia, donde somos miembros los unos de los otros, y donde todos nos necesitamos, porque “a cada uno se nos ha dado una gracia según la medida del don de Cristo, para utilidad común” (Ef 4,7.25).
Esta es la buena noticia que reclama de cada uno de nosotros un paso adelante, un ejercicio perenne de empatía, de escucha del sufrimiento y de la esperanza del otro, también del más alejado de la Comunidad.
Pongamos en manos de la Virgen del Consuelo, Madre de Dios y nuestra el nuevo curso pastoral. Que ella nos ayude y nos descubra la importancia de vivir en comunión fraterna para llevar a cabo la común misión de evangelizar.
nuestra señora del consuelo - altea 