PRESENTACIÓN DE LA EXHORTACIÓN EVANGELII GAUDIUM

PAPA FRANCISCO (3)

            PAPEL DE LOS LAICOS Y DE LA MUJER EN LA IGLESIA.–

                        La formación de los laicos y la evangelización de los grupos profesionales e intelectuales constituyen un desafío pastoral importante. Es necesario ampliar los espacios para una presencia femenina más incisiva en la Iglesia pues “el genio femenino es necesario en todas las expresiones de la vida social; por ello hay que garantizar la presencia de las mujeres también en el ámbito laboral…, tanto en la Iglesia como en las estructuras sociales”.

                        “Las reivindicaciones de los legítimos derechos de las mujeres plantean en la Iglesia profundas preguntas que no se pueden eludir superficialmente. El sacerdocio reservado a los varones, como signo de Cristo Esposo que se entrega en la Eucaristía, es una cuestión que no se pone en discusión. Pero en la Iglesia las funciones no dan lugar a la superioridad. Y una mujer, María, es más importante que los Obispos”. Los jóvenes han de ser callejeros d ella fe, felices de llevar a Jesucristo a cada esquina, a cada plaza, a cada rincón de la tierra.

            EL ANUNCIO DEL EVANGELIO.–

                        La Iglesia tiene que ser el lugar de la misericordia gratuita, y donde la nueva evangelización debe implicar un nuevo protagonismo de cada uno de los bautizados. Se trata de llevar el Evangelio a las personas que cada uno trata, tanto a los más cercanos como a los desconocidos.

            HOMILÍAS MÁS CORTAS.–

                        La homilía es la piedra de toque para evaluar la cercanía y la capacidad de encuentro de un Pastor con su pueblo.; no puede ser un espectáculo entretenido, sino dar fervor y sentido a la celebración. La homilía no debe ser más larga que el la mitad de la celebración. El predicador debe insuflar un espíritu materno-eclesial, que siempre será fecunda, así como los aburridos consejos de una madre dan fruto con el tiempo en el corazón de los hijos. El predicador ha de prestar oído al pueblo para descubrir lo que los fieles necesitan escuchar. Todos necesitamos escuchar más que oír.

            LA DIMENSIÓN SOCIAL DE LA IGLESIA Y LOS POBRES.–

                        Evangelizar es hacer presente en el mundo el Reino de Dios, por lo que el cristiano ha de buscar ante todo el reino de Dios y su justicia, y todo lo demás vendrá por añadidura. Sorprende el Papa Francisco al decir que ni el Papa ni la Iglesia tienen el monopolio en la interpretación de la realidad social o en la propuesta de soluciones para los problemas contemporáneos.

                        Cada cristiano y cada comunidad están llamados a ser instrumentos de Dios para la liberación y promoción de los pobres, de manera que puedan integrarse plenamente en la sociedad. Debemos escuchar el clamor del pobre y socorrerlo. Incide Francisco en que la solidaridad es más que algunos actos esporádicos de generosidad.

                        Es firme al decir que la posesión privada de los bienes se justifica para cuidarlos y acrecentarlos de manera que sirvan al bien común. La solidaridad debe vivirse como decisión de devolverle al pobre lo que le corresponde. Para eso es necesario ver sus miseria, escuchar sus clamores y conocer su sufrimiento. Es escandaloso el saber que existe alimento suficiente para todos y que el hambre se debe a la mala distribución d ellos bienes y de la renta.

                        El corazón de Dios tiene un sitio preferencial para los pobres, hasta el punto de que Él mismo se hizo pobre. Por ello la opción de la Iglesia por los pobres es una categoría teológica antes que cultural, sociológica, política o filosófica. Afirma el Papa querer una Iglesia pobre para los pobres, pues tienen mucho que enseñarnos. Hoy molesta que se hable de ética, de solidaridad mundial, de distribución de los bienes, de preservar las fuentes de trabajo, de la dignidad de lso débiles.., molesta que se hable de un Dios que exige un compromiso por la justicia.

MI CARNE ES VERDADERA COMIDA

                        Para entender el alcance del signo de la multiplicación de los panes, tenemos en cuenta tres dimensiones:

                        1.- La profética, pues el entusiasmo de la gente le impulsa a proclamar rey a Jesús: “Este sí que es el profeta que tenía que venir al mundo”.

                        2.- La eucarística, ya que los gestos de Jesús en este milagro, son idénticos a los de la última cena del Señor cuando instituye la Eucaristía, y a los de la cena con los discípulos de Emaús: “Jesús tomó los panes, dijo la acción de gracias y se los repartió ..”

                        3.- Dimensión eclesial, pues, si el maná fue el alimento del pueblo de Israel en el desierto, el “pan de vida”, que es Jesús, será quien sacie el hambre y la sed de nuevo pueblo de Dios, la Iglesia, a lo largo de los siglos. Repartir el pan de la Eucaristía será obra de la Iglesia, lo mismo que la solidaridad con los que padecen hambre de “pan”, hambre afectiva y espiritual.

                        En cada Misa, Cristo se da como pan de vida para saciar el hambre de la comunidad eclesial y de todo hombre. También hoy la gente tiene hambre, y no sólo de pan material; hambre de palabra y de espíritu, de dignidad y derechos humanos, de cultura y desarrollo…

                        Multiplicar el pan de los pobres supone hacer primero el milagro de amar. Por ello, la fe y la caridad han de pasar de la Misa a la calle; deben encarnarse en la realidad del mundo: sociedad, política, economía, trabajo.., para ser de verdad fe y amor en acción.

PRESENTACIÓN DE LA EXHORTACIÓN EVANGELII GAUDIUM

PAPA FRANCISCO (2)

            LA TRANSFORMACIÓN MISIONERA DE LA IGLESIA.-

                        Urge el Papa Francisco a salir a anunciar el Evangelio a todos y en todo los lugares, en todas las ocasiones, sin miedo y sin complejos, no cayendo en la comodidad de dejar las cosas como están. La renovación de la Iglesia está en el aumento de la fidelidad a la vocación que le es propia. Por ello hay que transformar costumbres, estilos, horarios, lenguaje e incluso la estructura eclesial, convirtiéndolo así en un cauce más adecuado para la evangelización.

                        La Parroquia tiene que estar en contacto con la vida del pueblo, muy cercana en misericordia caminado a su lado. También se ocupa de los Obispos, a los que urge a caminar delante del pueblo para indicar el camino, en medio de todos con su cercanía, y en ocasiones, detrás para ayudar a los rezagados.

                        Nos recuerda una vez más que las obras de amor al prójimo son la manifestación externa más perfecta de la gracia interior del Espíritu. Si un párroco habla más de la ley que de la gracia, más de la Iglesia que de Jesucristo, más del Papa que de la Palabra de Dios, ensombrece el Evangelio. En la catequesis hay que expresar las verdades de siempre en un lenguaje que permita advertir su permanente novedad.

                        A los sacerdotes nos recuerda que el confesionario no debe ser una sala de tortura sino el lugar de la misericordia del Señor que nos estimula a hacer el bien posible, siendo por ello la Iglesia, la casa abierta del Padre: invita a tener los templos abiertos muchas más horas al día.

                        Los sacramentos son para los hombres, no negándolos por causas nimias. La Eucaristía no es un premio para los perfectos sino un generoso remedio y un alimento para los débiles. Los sacerdotes no somos controladores de la gracia, pues la Iglesia no es una aduana, sino la casa paterna donde hay lugar para cada uno con su vida a cuestas.

                        Insiste de nuevo en que los pobres son los destinatarios primeros del Evangelio, habiendo un vínculo inseparable entre nuestra fe y los pobres. Prefiero, afirma Francisco, una Iglesia accidentada, herida y manchada por salir a la calle, antes que una Iglesia enferma por el encierro y la comodidad de aferrarse a las propias seguridades.

            DESAFÍOS EN EL MUNDO ACTUAL.–

                        La humanidad vive una realidad de precariedad el día a día con un gran miedo y desesperación ante el futuro. Afirma el Papa que no puede ser que no sea noticia que un anciano muere de frío en la calle y que sí lo sea la caída de la bolsa; en el fondo la cultura del bienestar nos anestesia cayendo en la adoración del antiguo becerro de oro en versión moderna del dinero y en la dictadura de la economía.

                        El dinero debe servir y no gobernar, pues no compartir con los pobres los propios bienes es robarles y quitarles la vida. De ahí que el Papa nos invite a la solidaridad desinteresada y a una vuelta de la economía y de las finanzas a una ética en favor del ser humano. Insiste Francisco en la preocupación de la Iglesia por las periferias de la sociedad.

                        Se vuelve necesaria una educación que enseñe a pensar críticamente y que ofrezca un camino de maduración en valores. En esta cuestión la familia ha de recuperar su importancia, desde la concepción de que el matrimonio no procede del sentimiento amoroso efímero, sino de una unión de vida total, aportando a la sociedad superar en su seno el nivel de emotividad.

                        Dentro de estos desafíos, la exhortación apostólica afirma que Dios no oculta a aquellos que lo buscan con un corazón sincero, aunque a tientas,incluso de manera difusa, llamando a dolernos como cristianos por los pecados de algunos miembros de la Iglesia. Todo lo cual no debe hacer olvidar cuántos cristianos dan la vida por amor.

                        ¡Ojo con aquellos que queriendo tener unas sólidas convicciones religiosas, doctrinales y espirituales, llevan un estilo de vida que les lleva a aferrarse en seguridades económicas, o al poder de la gloria humana. La gran amenaza es el gris pragmatismo de la vida cotidiana donde la fe se va desgastando y degenerando en mezquindad. Los cristianos no somos momias de museo. Hay que evangelizar con alegría, desterrando el derrotismo y el pesimismo quejoso.

                        Estamos llamados a ser personas-cántaros para dar de beber a los demás, aunque a veces este cántaro sea pesado, feo y una cruz. Desterremos un estilo de Iglesia mundana bajo ropajes de espiritualidad que ahogaría la acción del Espíritu Santo. Hay que suplicar al Señor que podamos entender la ley del amor. ¡Cuánto bien nos hace amarnos los unos a los otros en contra de todo!

                        Piedra de toque para evaluar la cercanía y la capacidad de encuentro de un Pastor con su pueblo.; no puede ser un espectáculo entretenido, sino dar fervor y sentido a la celebración. La homilía no debe ser más larga que el la mitad de la celebración. El predicador debe insuflar un espíritu materno-eclesial, que siempre será fecunda, así como los aburridos consejos de una madre dan fruto con el tiempo en el corazón de los hijos. El predicador ha de prestar oído al pueblo para descubrir lo que los fieles necesitan escuchar. Todos necesitamos escuchar más que oír.

                        Suplica porque se escuchara el grito de Dios preguntándonos a todos: ¿dónde está tu hermano? ¡dónde está ese que estás matando cada día en el taller clandestino, en la red de prostitución, en los niños que utilizas para mendicidad, en aquél que tiene que trabajar a escondidas porque no ha sido formalizado?

TIEMPO PARA DESCANSAR

                        El mes de julio es el mes de las vacaciones. Jesús quiso, en esto, parecerse a nosotros. El Evangelio de este domingo nos cuenta que Jesús, viendo fatigados a sus apóstoles al volver de la misión, los invita a tomarse unas breves vacaciones.

                        Qué gesto tan hermoso y tan humano de parte de Jesús hacia sus apóstoles: “venid vosotros solos a un lugar tranquilo y apartado para descansar un poco”. Sin embargo, en contra de las previsiones, poco tiempo les duraron sus “vacaciones” porque, al desembarcar, continuaron con sus afanes misioneros.

                        A pesar del cansancio, deben olvidarse de sí mismos y renunciar al legítimo reposo físico para continuar ayudando y sirviendo a su prójimo. San Juan Pablo II decía que, las vacaciones de verano deben ser un periodo particularmente propicio para redescubrir los auténticos valores del espíritu. Las numerosas ocupaciones de la vida hacen que en ocasiones sea difícil cultivar la dimensión espiritual.

                        Las vacaciones del verano, si no son “quemadas” por la disipación y la simple diversión, pueden convertirse en una ocasión oportuna para volver a dar aliento a la vida interior. Sepamos aprovechar este periodo de vacaciones para renovar la paz y la serenidad del alma, a través de un sano esparcimiento. Encontremos espacio para la oración, la buena lectura, la meditación y los sacramentos; para encontrarnos con Dios.

                        Felices vacaciones a la comunidad parroquial y a cuantos turistas y veraneantes visitáis Altea en estos meses del verano. ¡Bienvenidos! En este Blog, podréis encontrar los horarios de Misas y Confesiones, tanto en la Parroquia como en el templo de san Francisco.

PRESENTACIÓN DE LA EXHORTACIÓN EVANGELII GAUDIUM

PAPA FRANCISCO

            INTRODUCCIÓN.-

                        La exhortación apostólica del Papa Francisco no tiene desperdicio alguno, y nos interpela con una fuerza y claridad que no deja lugar para la duda y la excusa. No voy a hacer un resumen de esta exhortación, pero sí, me atreveré a sugerir su lectura pronta, reflexiva e ilusionante.

                        Os invito a leer en esta exhortación toda la sabiduría que encierran las palabras del Papa, haciéndolas tuyas para vivirlas intensamente. El Papa nos exhorta a que no nos dejemos robar la esperanza, ni la alegría ni el celo apostólico. Sus palabras alumbran la oscuridad en que nos hemos dejado precipitar tantas veces, a fuerza de sucumbir a los embates de la mundanidad que se adueña de nuestra inteligencia y nuestra voluntad.

                        Una nueva etapa evangelizadora caracterizada por la alegría, la renovación, el diálogo y el encuentro de una Iglesia profética con las puertas abiertas. Hay que recuperar la frescura original del Evangelio encontrando nuevos caminos y métodos creativos; a no encerrar a Jesús en nuestros esquemas aburridos. Es necesaria una conversión pastoral y misionera.

                        Plantea una reforma de las estructuras eclesiales para que sean más misioneras; piensa el Papa en una conversión del papado para que sea más fiel al sentido que Jesucristo quiso darle. Es saludable una descentralización de la Iglesia sin miedo a revisar costumbres inveteradas.

                        La Exhortación Evangelii Gaudium es un documento de 288 números, dividida en una Introducción desde los números 1 al 18, y cinco capítulos: 1º.- La transformación Misionera de la Iglesia, números 20 al 49; 2º.- En la Crisis del Compromiso Comunitario, números 52 al 109; 3º.- El Anuncio del Evangelio, números 111 al 175; 4º.- La Dimensión Social de la Evangelización, números 177 al 258; y capítulo 5º.- Evangelizadores con Espíritu, números 262 al 288. Termina la Exhortación con una sentida oración a la Virgen y Madre María. Esta Exhortación está firmada por el propio Papa Francisco en la clausura del Año de la Fe, el 24 de noviembre de este año 2013.

                        Para la presentación de hoy, tengo en cuenta la aportación de algunos comentaristas que han desmenuzado la Exhortación en aspectos muy sencillos para que su lectura completa, que recomiendo, sea más fácil y atrayente. (conf.- Emilio Navarro).

            LA  ALEGRÍA Y LA EVANGELIZACIÓN.-

                        En gran riesgo del mundo actual con el consumismo, es una tristeza individualista que se conforma en la búsqueda de placeres superficiales. Afirma el Papa que Dios no se cansa nunca de perdonar, sino que somos nosotros los que nos cansamos de acudir a su misericordia.

                        Urge que la alegría de la fe comience a despertarse aún entre dificultades y angustias. Han aumentado las ocasiones de placer, pero es muy difícil engendrar la alegría. Los pobres tienen más fácil el gozo porque tienen poco a lo que aferrarse.

                        Es llamativo el mensaje evangélico en que se afirma que la vida se acrecienta dándola y se debilita en la comodidad, pues maduramos cuando nos damos a los demás. Jesucristo, insiste el Papa Francisco, rompe los esquemas en que pretendemos encerrarlo, descubriéndonos su creatividad. Un argumento para que evangelicemos es que todos tienen derecho a recibir el Evangelio, que por otra parte, los cristianos tenemos el deber de anunciar.

                        Rechaza el Papa el proselitismo e invita a evangelizar desde el testimonio atractivo de quien vive el Evangelio. La misión es un desafío para la Iglesia de hoy a la vez que su prioridad. Por ello sería muy oportuna una mayor descentralización de la Iglesia dando más protagonismo a los Obispos de cada nación.

MÁS QUE PALABRAS

                        Jesús envió a sus discípulos, ligeros de equipaje, a anunciar la buena noticia. No habían de llevar nada, salvo el tesoro que han descubierto en su vida, que no es otro, que Jesucristo. No van por cuenta propia, sino enviados por Jesús. No enseñan una doctrina, ni buscan adeptos, sino que su deseo es compartir una experiencia. Su testimonio, más que palabras, es su propia vida.

                        El Evangelio de este domingo nos pone delante la importancia de la fe sencilla del pueblo. Es lo que en muchos momentos se ha llamado “religiosidad popular”. Es esa realidad de fe de los sencillos que se ha hecho carne propia, cultura y vida. Con sus cosas buenas a alentar y sus desviaciones a corregir.

                        No todo en la religiosidad popular es grano limpio..; pero tampoco todo es hojarasca. Urge evangelizar la fe de nuestro pueblo, purificación de errores y catequesis adecuada. Nuestras tradiciones religiosas heredadas de nuestros antepasados, convertidas hoy en fiestas de barrios y asociaciones, son expresiones populares de la fe y creencias de épocas pasadas.

                        Se honra al Stmo. Cristo del Sagrario, a San Blas, a María y a los Santos..; pero, si no se enraízan fuertemente en el Evangelio, estas fiestas religiosas corren el riesgo de quedarse en mera expresión cultural-tradicional-folclórica, sin apenas influencia en la vida cristiana personal y social.

                        Estas fiestas y manifestaciones religiosas populares de nuestro pueblo, bien orientadas por la evangelización y la catequesis, aportan dinamismo creador a la vivencia cristiana por su riqueza simbólica y expresiva. A pesar de sus potenciales deformaciones de la fe cristiana, de los residuos de paganismo, magia o superstición, esta religiosidad popular es vía de evangelización para las masas sencillas.

                        Esta religiosidad popular nos recuerda que las personas no nos conformamos con una religión cerebral y fría expresión del dogma..; el ser humano que busca a Dios necesita de la imaginación intuitiva, del sentimiento y de la fiesta, del espectáculo y de la celebración comunitaria.

                        La fe de la religiosidad popular, si está purificada y formada desde el Evangelio, viene a reflejar la sed de Dios del pobre y del sencillo; posibilita la generosidad y el sacrificio hasta el heroísmo: es capaz de descubrir que Dios es Padre, la importancia del sacrificio, de la paciencia y de la cruz en la vida familiar y social.

                        Sabe descubrir la importancia de la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesucristo, con las que se identifica y expresa en las devociones piadosas, tales como, el rosario, el via-crucis, la peregrinación, las promesas, el sufragio por los difuntos, etc.

                        Ni creer que la religiosidad popular es “el camino” principal de evangelización, ni caer en la trampa facilona de despreciarla como algo del pasado y trasnochado. Se trata de que nuestra Parroquia descubra y asuma lo que los nuevos movimientos y asociaciones pastorales nacidas del Concilio Vaticano II nos ofrecen, como de valorar, discernir, purificar y acompañar la experiencia religiosa sencilla del pueblo cristiano. ¡Menudo Reto!

LAUDATO SI  (3 y último)

                        No se puede olvidar que, junto al patrimonio natural, existe un patrimonio histórico, artístico y cultural, también amenazado. Tener una vivienda digna implica la dignidad de las personas y el desarrollo de la familia. Se pregunta el papa: ¿Qué tipo de mundo queremos dejar a quienes nos sucedan? Hay un serio peligro para el hombre y mujer de hoy, de caer en el individualismo.

                        En el capítulo V, dice Francisco con claridad, que la actual política y la empresa están lejos de los desafíos mundiales. Cuidar el medio ambiente requiere honestidad, valentía y responsabilidad por parte de los países más poderosos y más contaminantes.

                        También los países pobres deben priorizar la erradicación de la miseria y buscar el desarrollo social de sus habitantes: la corrupción debe ser erradicada. La grandeza de la política se muestra en los momentos difíciles, teniendo grandes principios y pensando en el bien común a largo plazo. Por ello, la política no debe someterse a la economía y ésta, no debe someterse a la eficiencia tecnocrática.

                        Afronta el papa el delicado tema de la salvación de los bancos a toda costa haciendo pagar a la población, sin reformar adecuadamente el sistema financiero. Se han olvidado los principios éticos en la economía. La propia política es responsable de su descrédito, por la corrupción, etc. Ante todo esto, los creyentes y religiones debemos intervenir con mayor compromiso.

                        En el capítulo VI y último de la encíclica, afirma el papa que, mientras más vacío está el corazón de la persona, más necesita comprar, poseer y consumir. Urge un cambio en los estilos de vida que lleguen a ejercer sana presión sobre los poderes políticos, económicos y sociales. La auténtica sobriedad en libertad y conciencia es liberadora.

                        En los sacramentos de la Iglesia, Dios asume la naturaleza, convirtiéndola en mediación sobrenatural: agua, aceite, fuego y los colores.., que desde su simbolismo, se incorporan a la alabanza al Creador.

                        Desde estas líneas en el Blog parroquial, hemos ofrecido unas ideas ofrecidas por la Revista Vida Nueva, con las que deseamos haber animado al lector a ir a la fuente, es decir, a la lectura sosegada de la propia encíclica. El hecho de que este documento papal haya levantado ampollas entre ciertos sectores ideológicos, económicos y políticos.., indica que afronta temas actuales que afectan al presente y al futuro de la humanidad.

PROFETAS DE HOY

                        Jesús comenzó a enseñar en la sinagoga de su pueblo.., y sus paisanos se preguntaban: ¿Qué es esa sabiduría que tiene? Sólo le ven con los ojos de la cara. Es el hijo del “carpintero”..¿Por qué Jesús puede hacer milagros?. Porque es Dios que ha venido a sanar y a perdonar.

                        Pero Jesús es “Profeta” sabio y poderoso que es rechazado entre sus paisanos. Éstos, no pueden reconocer en Él al Mesías porque le pueden los prejuicios. Por ello, como en Jesús, vemos las dificultades de la misión del profeta en la Iglesia y en el mundo. Por el Bautismo un cristiano es “profeta” que vive íntimamente unido al Señor, proclama sin complejos la Palabra de Dios en un mundo que, a veces, la rechaza, vive con coherencia su fe, y manifiesta una libertad y audacia increíbles.

                        Hoy, al comienzo del siglo XXI, nos damos cuenta que ser cristiano conlleva un riesgo que en ocasiones pagamos duramente. Los cristianos encontramos resistencia y rechazo, e incluso persecución directa, además de experimentar en cada momento la propia debilidad como testigos de Jesús.

                        Vivimos entre personas que no creen..; pero, es posible que jamás les hayamos hablado explícitamente de Jesús por un falso pudor o vergüenza. Ha llegado el momento de tomarnos en serio la fe con todas las consecuencias, vencer los complejos y mediocridades, y vivir abiertamente la fe anunciando con alegría el Evangelio.

                        Cristo se nos presenta en el Evangelio de este domingo como Dios y como Profeta. Nosotros, por el Bautismo somos miembros de Cristo y contamos con su ayuda y fortaleza si permanecemos unidos a Él. Como Juan el Bautista, los cristianos, en el desierto moral del mundo actual, hemos de señalar a Jesús con palabras y obras: Jesucristo es Dios, es el Señor de la historia, está vivo y me ha cambiado la vida

                        Hoy, más que nunca, es necesaria la audacia de creer en la fuerza de la fe para poder decir al cercano, al amigo, al hermano, e incluso al descreído: “ no tengo oro ni plata; te doy lo que tengo, a Jesucristo, el Señor, que es Dios y Salvador”. Como en épocas anteriores difíciles de la historia de la Iglesia, son necesarios los “testigos” creíbles del Evangelio. Anunciar a Jesucristo no es sólo cosa del sacerdote o del religioso, es urgente que tú, cristiano laico, despiertes del letargo y seas mensajero de esperanza y de alegría por haber encontrado a Cristo.

INAUGURACIÓN MUSEO PARROQUIAL ALTEA